Luego de su toma de posesión, el presidente Juan Carlos Varela llega a las afueras del histórico y emblemático Edificio Wilcox en la Ciudad de Colón a emitir una serie de promesas a cumplirse en un tiempo determinado con una inversión superior a los 500 millones de dólares. Lo promesa de cambiar para siempre la vida de los colonenses, ahora es una pesadilla que parece no tener final, dejando en evidencia un problema sistemático de gentrificación de una ciudad que siempre ha sido un motor de la economía nacional, pero empobrecida y arrebatada poco a poco de las manos de los propios colonenses.